Diego Lagomarsino, el perito informático procesado en la causa por la muerte del fiscal Alberto Nisman, reveló el profundo daño emocional que le causó el uso obligatorio de tobillera electrónica durante tres años (2017-2020). En entrevista con Radio Splendid, comparó su experiencia con el reciente caso de Cristina Kirchner, a quien un tribunal le impuso el mismo dispositivo bajo prisión domiciliaria.

El peso de la inocencia

  • Estigma social«Era un karma constante frente a amigos, familia e hijos. Me destruyó personalmente», afirmó Lagomarsino, quien insiste en su inocencia.
  • Doble vara: Criticó que se aplique igual medida a figuras públicas («su nombre ya es una tobillera») y a ciudadanos comunes («para mí, mi familia era mi mayor control»).
  • Molestias físicas: Describió irritación cutánea y riesgo de cortar la circulación, pese a ser «hipoalergénica». El radio de 100 km desde su casa no mitigaba el «tormento mental».

Cuestionamiento al proceso judicial

Lagomarsino vinculó su situación al fallo de 2017 que declaró el asesinato de Nisman «basado solo en la pericia de Gendarmería». Como exempleado de la fiscalía, recordó que prestó el arma hallada junto al cuerpo sin conocer su destino final.

Reflexión crítica«Si fuera un criminal, lo entendería. Pero siendo inocente, ¿dónde queda la presunción de inocencia?». Su caso sigue abierto 8 años después de la muerte de Nisman, mientras que el de Kirchner avanza bajo otro ritmo procesal.

Conclusión: El testimonio expone las consecuencias humanas de medidas cautelares prolongadas y plantea un debate sobre su proporcionalidad en procesos judiciales no resueltos. «La Justicia no debería castigar antes de condenar», cerró.

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