La economía verde se consolida en 2025 como un eje estratégico para el desarrollo económico y ambiental de Argentina. Según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, las inversiones en proyectos sustentables superaron los 1.800 millones de dólares en los primeros ocho meses del año, abarcando energías renovables, eficiencia energética, gestión de residuos y agricultura sostenible. Estas iniciativas buscan no solo mitigar el impacto ambiental, sino también generar empleo y competitividad en sectores clave de la economía.

El sector energético es uno de los principales motores de la economía verde. La generación a partir de fuentes renovables —solar, eólica e hidráulica— representó el 17% de la matriz eléctrica nacional, con un crecimiento sostenido del 3% anual. Proyectos emblemáticos como parques eólicos en la Patagonia y solares en Jujuy y San Juan no solo contribuyen a reducir la huella de carbono, sino que también atraen inversiones internacionales y fortalecen la cadena de valor local.

En agricultura, la adopción de prácticas sostenibles comienza a tener impacto en la producción y exportación de alimentos. Según el INTA, más del 22% de la superficie cultivada utiliza métodos de agricultura de conservación, incluyendo siembra directa y manejo eficiente del agua. Estas prácticas aumentan la resiliencia frente a sequías e inundaciones, al tiempo que permiten acceder a mercados internacionales que valoran productos con certificaciones de sostenibilidad.

La gestión de residuos y la economía circular son otro frente de desarrollo. Programas provinciales y nacionales impulsan el reciclaje industrial, la reutilización de materiales y la valorización de residuos orgánicos para la producción de bioenergía. Ciudades como Buenos Aires, Rosario y Córdoba registran mejoras en la recolección diferenciada y la participación ciudadana, aunque aún se requieren mayores inversiones en infraestructura para alcanzar estándares internacionales.

El sector privado y las instituciones financieras también juegan un rol relevante. Bancos y fondos de inversión han creado líneas de crédito verdes, con tasas preferenciales para empresas que incorporen tecnología limpia y proyectos sostenibles. Esto ha incentivado la participación de PyMEs en la transición hacia prácticas más responsables, promoviendo innovación y fortaleciendo la competitividad de la economía nacional.

De cara al futuro, la consolidación de la economía verde dependerá de políticas públicas coherentes y de la coordinación entre Estado, empresas y sociedad civil. La inversión en tecnología, capacitación y regulación ambiental será clave para asegurar un desarrollo sostenible. Si se logra mantener este impulso, Argentina no solo reducirá su impacto ambiental, sino que también podrá posicionarse como un referente regional en economía verde, combinando crecimiento económico y preservación del medio ambiente.

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