La economía argentina cerró 2025 con una señal de alarma: por primera vez en más de dos décadas, el balance de inversión extranjera fue negativo, lo que significa que salieron del país más capitales de los que ingresaron.

En términos concretos, las empresas extranjeras retiraron más fondos de los que invirtieron, ya sea por venta de activos, giro de utilidades o cancelación de proyectos, marcando un quiebre en una tendencia que se había mantenido durante 22 años.

Especialistas vinculan este escenario a la falta de previsibilidad económica, los cambios constantes en las reglas de juego y la dificultad para planificar inversiones de largo plazo en el país.

El resultado golpea de lleno en un momento clave, cuando el Gobierno necesita atraer dólares, sostener la actividad productiva y recuperar la confianza del sector privado.

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